Cuando hablamos de personas sin hogar, a la mayoría de personas seguramente nos viene una imagen muy definida a nuestro imaginario. Se trata de una realidad que hemos normalizado como si fuera la única, pero, aún así, existen otros puntos de vista o realidades que quizá no tenemos tan integradas. La idea de este reportaje es invitar a la reflexión sobre todo aquello que nos han inculcado como sociedad y cómo hemos integrado ciertas realidades generando, en consecuencia, una serie de perjuicios sociales que en este caso están relacionados con las mujeres sin hogar.
Tan solo en Barcelona hay 1.245 personas sin hogar y durmiendo en la calle, 329 de las cuales son mujeres, según el último informe publicado por el Ayuntamiento de Barcelona en 2024.
A pesar de este elevado número de personas que se encuentran en una situación tan delicada y vulnerable, las mujeres no solo son menos visibles que los hombres, sino que además están expuestas a un alto riesgo de violencia (tanto física como psicológica) y a sufrir abusos de forma diaria.
Según el último informe de ASSÍS (asociación sin ánimo de lucro el objetivo del cual es acompañar y cubrir las necesidades básicas de estas personas en Barcelona), el 80% de las mujeres encuestadas entre 2023 y 2024 han sufrido algún tipo de violencia: el 51% violencia psicológica y el 29% violencia física.
A pesar de los obstáculos diarios, los prejuicios, y la exclusión social que implica no tener hogar, son muchas las mujeres que mantienen la esperanza de salir de esta situación, cuidan de ellas mismas en todos los aspectos, e incluso se crean grupos de ayuda y apoyo emocional: Espacios donde se escuchan y acompañan mutuamente sin juzgar las mochilas ajenas.
Este reportaje pretende mostrar la otra cara de la moneda mediante la historia de Mariela, Fanny y Julia. Tres mujeres con situaciones completamente diferentes, pero con un punto en común: no pierden la esperanza de salir adelante.
Mariela, procedente del Perú, con 28 años habita en un centro residencial de Primera Acogida para Mujeres, gestionado por el Ayuntamiento de Barcelona. Llegó a España el año 2023, y, desde entonces, no ha dejado de buscar trabajo y estudiar catalán, italiano y francés. Se considera una mujer perseverante, valiente y optimista.
Resiliente, risueña y sincera. Así se define Fanny. Procedente de Venezuela, llegó a España en 2016 y, después de pasar por un desalojo, y vivir en situación de calle durante tres meses, actualmente reside en un piso de alquiler gracias a la ayuda de una de sus hijas y de su asistenta social.
Julia, con 55 años, se describe como una mujer alegre, generosa y positiva. Llegó a España en 2016 y, desde entonces, se encuentra en situación de calle. Habitualmente duerme en el Aeropuerto del Prat. Su sueño es volver a Perú, su país de origen, tan solo para visitar la tumba de sus padres.
Mariela, Fanny y Julia, a pesar de tener historias de vida, personalidades, y sueños completamente diferentes, se reúnen en Assís, de forma diaria, para cubrir algunas necesidades básicas y compartir con otras mujeres que actualmente se encuentran en situaciones similares.
La fe, la esperanza y la responsabilidad respecto al presente, son algunos de los pilares que las sostienen día a día. Por este mismo motivo, encontrarse en espacios seguros donde pueden expresarse, compartir sus puntos de vista, y sus inquietudes para encontrar soluciones, es indispensable.
El sinhogarismo (muchas veces reducido a personas que duermen en la calle), alcanza un margen mucho más amplio. La Federación Europea de Entidades que atienen Personas Sin Hogar (FEANTSA), propone la tipología europea de sinhogarismo y exclusión residencial. Esta clasificación consiste en cuatro categorías: sin techo, sin vivienda, en situación de vivienda insegura y en situación de vivienda inadecuada.